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Jueves, 23/11/00 José
Fernández-Hermida, profesor de Psicología de la Universidad
de Oviedo
El reparto de
metadona y de jeringuillas son estrategias de bajo perfil en el tratamiento
de drogodependientes, ya que se destina más a evitar males mayores,
como la propagación del sida o la hepatitis, que a la curación
del propio toxicómano. Pero "ha llegado la hora de acometer estrategias
de mejora de la calidad asistencial, aumentando los recursos para la atención
integral de drogodependencias en unidades de larga estancia, unidades ambulatorias
y centros de dispensación de metadona".
Durante su intervención en las XIII Jornadas Internacionales de Psicología Clínica y Salud que se celebran en Murcia (ver DM de ayer), el psicólogo ha subrayado que los estudios más completos de evaluación de tratamientos en drogodependencias proceden de los Estados Unidos (programas Darp, Tops, y Datos. Situación europea "En Europa no se ha hecho nada parecido, a pesar de que se ha investigado sobre estos temas. No ha habido una entidad supraestatal que diera financiación, coherencia de objetivos y metodología a ese esfuerzo, con lo que resulta un panorama deslavazado en el que la investigación se desarrolla en cada país con propósitos limitados, la mayor parte de las veces de interés local, y métodos muy distintos que dificultan la interpretación y entorpecen la consecución de un conocimiento acumulativo en este campo", explica Fernández-Hermida. De este modo,
el psicólogo evidencia que España aún presenta un
déficit mayor que el de otros países europeos, pues hay escasos
trabajos publicados, aunque existen algunos que se dedican a la evaluación
de los programas de tratamiento en comunidades terapéuticas .
"Resulta frustrante la oferta pública de tratamientos en la que se constata una restricción creciente del abanico de posibilidades y un permanente crecimiento de la modalidad de tratamiento con metadona", critica el experto, "porque esta tendencia pone en juego una concepción política del control de uso de las drogas dentro de una estrategia de medicalización limitada del consumo, dejando fuera el concepto de tratamiento integral del paciente". En definitiva, metadona sí, pero siempre que se haga un seguimiento psicosocial del paciente para que no haya una recaída. Pilar Laguna.
Murcia
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