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Terapeutas Ocupacionales en el Cuidado Agudo de
Pacientes en EEUU
Adela Orovay Castellà
Terapeuta ocupacional Cincinnati,
Ohio, USA
adeorovay@hotmail.com
Noviembre 2011
El caso que se narra a continuación
contiene hechos reales ocurridos en el último año. Los nombres que aparecen, las
fechas, así como algunos detalles del paciente, son ficticios para proteger la
privacidad de las personas involucradas.
En la mañana del 13 de
septiembre del 2011 J. D., un hombre de 56 años, apareció en el servicio de
emergencia del Hospital Universitario de Cincinnati. Desde hacía unas
horas había comenzado a tener problemas respiratorios, sudores, y sentía un
dolor cada vez más fuerte en el pecho y la mandíbula. Su esposa, B.D., sabiendo
de los antecedentes familiares de su marido con enfermedades cardiovasculares
decidió llevarlo al hospital de urgencia.
Una vez en el hospital, el
electrocardiograma reveló cambios en el ritmo cardíaco asociados a un infarto de
miocardio. La angiografía mostró cómo dos de las arterias coronarias
estaban bloqueadas y no dejaban que el oxígeno llegase al músculo cardíaco. J.D.
fue llevado al quirófano de inmediato para realizar un doble bypass coronario.
En este tipo de operaciones es necesaria la apertura del esternón para que el
cirujano tenga buen acceso al corazón y le permita reconectar las arterias
bloqueadas con otras sanas obtenidas de otras partes del cuerpo. Cuando
los nuevos conductos sanguíneos se colocaron en el corazón, el cirujano volvió a
unir el esternón con unos alambres de acero inoxidable. La operación se
desarrolló sin incidentes y J.D. fue llevado a una habitación en la unidad de
cuidados intensivos (UCI) cardiovasculares.
A la mañana siguiente, el 14
de septiembre, el departamento de rehabilitación del hospital ya había recibido
dos órdenes, una para el terapeuta ocupacional (TO) y otra para el
fisioterapeuta, para ir a evaluar a J.D.
Cuando se trata de pacientes en
UCI el TO y el fisioterapeuta suelen ir juntos ya que hay decenas de tubos
conectados al paciente drenando fluidos de la cavidad torácica, inyectando
medicamentos, y controlando las constantes vitales, entre otros.
El rol
del TO en la primera visita consiste en descubrir cuál era el estado previo del
paciente respecto a movilidad y función (si era totalmente independiente, si
necesitaba ayuda para realizar algunas actividades de la vida diaria, o si
dependía de otras personas), evaluar el estado actual del paciente (estado
cognitivo, fuerza, resistencia física, habilidad para cuidar de sí mismo) y
determinar cuál es el lugar más apropiado para el paciente cuando sea dado de
alta en el hospital.
En el cuidado agudo de pacientes, tal vez
hasta el 40% de las veces, el paciente es dado de alta antes de que el TO vuelva
a ver al paciente para comenzar el tratamiento. Por lo tanto, las habilidades de
evaluar a un paciente rápida y minuciosamente, determinar el lugar donde debería
ir tras ser dado de alta y establecer la necesidad, o no, de más terapia
(ya sea en un centro o en el domicilio del paciente) son cruciales en este tipo
de entorno.
Cuando el TO y el fisioterapeuta llegaron a la habitación de
J.D. éste se encontraba durmiendo y su mujer le hacía compañía al lado de la
cama. Tras presentarse y explicar el papel que desempeñaban, los
terapeutas despertaron a J.D. con la intención de comenzar la evaluación. J.D.
parecía confuso y tenía el habla trabada. No recordaba el lugar dónde se
encontraba ni el año actual. Los terapeutas decidieron aprovechar la
presencia de la esposa para averiguar el estado físico de J.D. previo al infarto
y cuál era el plan que tenían pensado cuando J.D. recibiera el alta. La
mujer explicó que J.D. era una persona totalmente independiente. Trabajaba
como asesor fiscal a jornada completa y en su tiempo libre disfrutaba trabajando
en el jardín y cocinando. La casa donde vivían tenía tres plantas (el sótano y
dos niveles) y había unos doce escalones desde la acera hasta la puerta
principal.
Recomendar que J.D. podía volver a casa tras la
estancia en el hospital significaría que disponía de la resistencia física
necesaria para poder subir las escaleras. Considerando el estado actual de
J.D. esa no era una opción que los terapeutas consideraban en ese momento.
Tras una operación de bypass, la rehabilitación física se produce de manera
gradual, aumentando la intensidad día tras día y teniendo en consideración las
circunstancias de cada paciente. En el primer día tras la operación el
objetivo es simple, levantarse de la cama y llegar a una silla situada al lado.
Considerando la cantidad de tubos conectados al paciente esta maniobra resulta
más complicada de lo que parece y en numerosas ocasiones se requiere la ayuda de
enfermeros u otros profesionales.
Tras una operación a corazón
abierto, el paciente debe seguir unas ciertas restricciones para asegurar que la
incisión a través del esternón se cierra y cicatriza correctamente. Seguir
estas instrucciones es extremadamente importante en este tipo de pacientes
durante las primeras 6 a 8 semanas tras la operación, el tiempo que tarda el
hueso en unirse, ya que se corre el riesgo de desgarrar el esternón.
Es el trabajo del TO educar al paciente sobre la importancia de no elevar
los brazos pasado el nivel de los hombros, no levantar con las manos nada que
sobrepase los 3.5Kg, y no empujar o estirar con los brazos.
Tras
ayudar a J.D. a sentarse en el borde de la cama, éste pareció más despierto y
capaz de seguir instrucciones. A pesar de haber explicado a J.D. las
restricciones a seguir con los brazos, éste los empujaba contra la cama
fuertemente para mantener el equilibrio.
Los terapeutas ayudaron a J.D. a
sentarse de forma que sus pies tocaran el suelo para que no necesitase usar los
brazos.
El TO mostró a J.D. y a su mujer una cartulina naranja con
las tres restricciones escritas en letras grandes y la colgó en la habitación
donde ambos pudieran verla.
Cada día al comenzar la sesión, el TO
haría que J.D. le repitiese de memoria las restricciones.
Los
terapeutas ayudaron a J.D. a levantarse y cuidadosamente lo guiaron hasta la
silla. Antes de marcharse los terapeutas explicaron a la pareja que
en ese momento la recomendación era que J.D. fuese a un centro de rehabilitación
al salir del hospital y siguiese trabajando con terapeutas.
Sin
embargo, explicaron que esta recomendación podía cambiar en los próximos días
dependiendo de la evolución y que no era inusual que pacientes con esa operación
fuesen directos a casa tras salir del hospital.
En los días siguientes el
estado mental de J.D. volvió a la normalidad y los terapeutas incrementaron el
nivel de actividad.
El TO se centró en educar y mostrar a J.D. la manera
menos dolorosa y segura de levantarse de la cama o la silla. Resulta
imprescindible en rehabilitación física movilizar a los pacientes y educarles
sobre la necesidad de levantarse de la cama varias veces al día para prevenir
complicaciones médicas como la formación de coágulos, la neumonía, o la atrofia
de los músculos.
El siguiente paso en la rehabilitación cardíaca
consistió en aumentar la resistencia física paulatinamente. Durante este
período, se observan en todo momento las constantes vitales y la sesión se
interrumpe en el momento en que éstas no son las idóneas.
El TO y
J.D. determinaron que vestirse y arreglarse por sí mismo era lo más importante
para J.D. ya que así no supondría una carga para su mujer por las mañanas.
Primero J.D. tuvo que ser capaz de completar el aseo matutino sentado en la
silla (cepillarse los dientes, peinarse el pelo, lavarse la cara). J.D.
poco a poco fue recuperando fuerzas y cuatro días más tarde fue capaz de
vestirse sin ayuda y cepillarse los dientes de pie junto a la pila.
Mientras el TO trabajaba en las actividades de la vida diaria con J.D., el
fisioterapeuta se encargaba de caminar cada día un poco más con el paciente.
El objetivo era poder tolerar un paseo de 25 metros sin que le faltase el
aliento. Una vez J.D. pudiese hacer eso, comenzarían a trabajar en las
escaleras.
Si en el momento en que J.D. estuviese médicamente listo para
que le dieran el alta, éste fuese capaz de subir 12 escalones (las escaleras
hasta su casa) y de completar la rutina de aseo matutina sin problemas
respiratorios, él y su mujer podrían volver a casa juntos y continuar la
rehabilitación en un centro de día varios días a la semana o en el domicilio.
Si por el contrario necesitase la ayuda de otra persona para realizar estas
tareas y para recordarle las precauciones a seguir continuamente, el mejor plan
sería pasar unos días en una clínica de rehabilitación hasta que recuperase las
fuerzas.
El sexto día tras la operación J.D. fue trasladado a la planta
ya que su estado de salud estaba fuera de peligro.
Para seguir
incrementando la resistencia física, el TO decidió llevarlo a la cocina del
departamento de rehabilitación y preparar el desayuno. J.D. necesitó
sentarse un par de veces para descansar, pero fue capaz de preparar sin ayuda
unos cafés, una tortilla y pan tostado. J.D. estaba visiblemente feliz por su
logro y por el rico desayuno que había preparado por sí mismo.
Tres días
más tarde J.D. fue dado de alta y pudo volver a su propia casa. Los
terapeutas recomendaron que J.D. recibiese terapia en casa 3 días a la semana
hasta que su resistencia volviese a la normalidad. La tarea del TO en
el cuidado agudo de pacientes había terminado.
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